¿Quién fue Leonora Carrington? Seguramente muchos, tras conmemorarse en 2017 el centenario de su nacimiento, se hayan dejado de hacer esta pregunta: sabrán de su talento innato para la pintura, de su adscripción al grupo surrealista (si bien conservó toda su vida un personalísimo imaginario) e incluso puede que estén avisados de su via crucis físico y espiritual que vivió la invasión nazi de Francia, la lóbrega posguerra en España y un largo exilio en México.
Lo que algunos no sabrán es que su calvario está perfectamente detallado en estas Memorias de abajo, recientemente recuperadas por la editorial Alpha Decay. El epicentro de su desolación será el arresto de su amante Max Ernst para condenarlo al campo de concentración de Des Milles y el ingreso de la artista británica en un sanatorio en Santander (orquestado por su controlador padre), donde experimentaría penurias y vejaciones inimaginables.
Este relato no podría ser más estremecedor. Ella, que ya había tenido el coraje de reivindicarse como artista en un mundo en que las mujeres solo podían aspirar a ser las delicadas musas de los importantes artistas, y que ya había aprendido prematuramente a luchar contra sus demonios, vuelve a hacer gala de esa valentía al reconstruir mentalmente el infierno al que fue sometida, donde supo mantener la conciencia alerta mientras caía en el abismo, intuyendo lo onírico como forma de supervivencia y empleando su dolor físico incluso como remedio al sufrimiento espiritual.
Asimismo, queda patente que el Surrealismo no era en ella una pose ni una moda transitoria, sino vehículo privilegiado para volcar las ideas e imágenes que la acosaban desde niña. Y que permeaba tanto su obra pictórica como la literaria: Memorias de abajo está repleto de párrafos que muestran una clarividencia extática en mitad del desastre.
Un brindis por Leonora Carrington, aquella que supo crecer como las malvas: hermosa en la cercanía de la muerte.