Benja Villegas es uno de esos tipos creativos que nunca sabes por dónde te van a salir. Algunos lo recordarán por Generación Perdida, un vídeo viral que arrasó el año pasado en medios y redes sociales. Otros, quizá, lo habrán visto tocar con su banda, Anicet, o tal vez se hayan topado con él en el mundillo del diseño y la ilustración. Pero si aún no lo conocéis llegáis justo a tiempo para descubrir su última faceta: la de escritor. Este jueves 14 presenta su primer libro de relatos, “Huele como a espíritu postadolescente”, a las 19h en Pequod. Y hoy nos habla de él.
Haces de todo, ¿cómo te puedo presentar?
No sé bien cómo responderte. Pero, mira, te voy a citar a Dennis Hopper, que era actor, director, fotógrafo, pintor, escritor y no sé cuántas cosas más. Y él dijo algo así como que una persona creativa nunca puede centrarse en una sola disciplina. Claro que luego era un drogadicto que pegaba a su mujer, por otra parte… (ríe). Pero el caso es que hablaba de la multidisciplina como algo natural: piensa que un niño pinta, escribe su nombre y canta canciones, no se centra sólo en una cosa.
Por muy variado que sea, en todo lo que haces aparecen dos elementos recurrentes: los ochenta y los superhéroes. ¿Por qué?
Lo de los 80 y 90 creo que viene porque en la niñez y la adolescencia es la época en que los sentimientos se unen en la mente de una manera más pura, todo se siente por primera vez. Es la vida entera en bruto, y ahí puedes encontrar siempre paralelismos con tu vida actual: la frustración que puedas sentir ahora, por ejemplo, no es distinta de la que pudiste sentir de niño. Y sobre los superhéroes, siempre me ha fascinado cómo se exponen con una máscara, cómo reciben las hostias y se pierden el reconocimiento. Creo que ahí hay un egocentrismo extraño, incluso masoquista. Por un lado se exponen y por el otro se guardan un yo personal.
¿Cuál es tu superhéroe favorito?
Es difícil de decir, son muchos. Te diría el Caballero Luna, un superhéroe muy poco conocido, egipcio y sin cara, que me encantaba de pequeño.
Y si tuvieras que elegir un superpoder, ¿con cuál te quedarías?
Te voy a parafrasear otra vez. Monty, el personaje de Edward Norton en “La última noche”, de Spike Lee, desea mientras está en la cárcel poder tener el superpoder de traspasar paredes. A mí me pasa un poco igual. Es una forma de libertad total, que nada te pueda limitar en el espacio. Vamos, no tener que estar encasillado en una sola cosa.
¿Podrías resumir tu libro en una frase?
Huele como a espíritu postadolescente. El título, vamos.
Sí, pero ¿de qué va?
Pues de la autoafirmación de un postadolescente. A partir de disfraces, sí, pero en el fondo todos los relatos son autobiográficos en cierto modo, como siempre. Partiendo del imaginario popular, como es el caso de los superhéroes, hablo de mis miedos. Por eso salen temas tan humanos y actuales como la exposición a las redes sociales o el desempleo.
De todo lo que has hecho hasta el momento (disco, libro, video viral…), ¿de qué te sientes más orgulloso?
Supongo que de lo que ya he dejado hecho para mi hija, que va a nacer ahora. Una de las cosas en las que pensaba cuando me planteaba la paternidad era todo lo que quería hacer antes de ser padre y que había dejado de lado. Me vi cerca de ser padre y pensé: molaría tener el disco y el libro antes de que nazca el bebé. Y llego justo a tiempo. De eso es de lo que estoy más orgulloso. Un poco de superhéroe también, ¿no? Eso de llegar en el último segundo.
¿Qué te ha parecido la experiencia de escribir un libro? ¿Habrá segundo?
Tengo claro que sí, habrá segundo. Me he quedado con las ganas de hacer algo más largo. En cuanto a la experiencia: ha sido brutal. Piensa que para alguien como yo, acostumbrado a contar historias en video, el hecho de poder dominar la producción de forma total y sin gastarte un duro es genial. Poder decir cómo se viste el personaje, en qué ciudad está y crear todo un escenario simplemente plasmándolo en letras es algo increíble.
¿Nos cuentas un sueño, Benja?
Poder seguir creando y sobreviviendo.
¿Y un secreto?
No soporto a Woody Allen.
/ Por Samuel Valiente