Sueños y secretos de… Blanca Viñas

Montañas submarinas, horizontes invertidos, marañas de edificios imposibles… la fotografía de Blanca Viñas nos propone paisajes oníricos, fusiones visuales bellas y evocadoras, interpretaciones personales del mundo reflejadas en imágenes impactantes, de esas que resultan imposibles de ignorar. Charlamos con ella sobre técnica, inspiración y, cómo no: sueños y secretos.

Al ver tus obras, uno no puede evitar preguntarse: ¿cómo lo haces?
Se trata de fotografía analógica. Intento explorar las posibilidades que ofrece este medio tratándolo de una manera casi artesanal. Busco conseguir efectos sin recurrir al retoque digital. Normalmente uso una cámara que permite hacer dobles y triples exposiciones provocando sobreposición de imágenes. A veces uso este recurso considerando una idea premeditada, sabiendo en todo momento qué imágenes coincidirán entre ellas, y otras veces se trata de algo más aleatorio y azaroso: al fin y al cabo las dos opciones dan lugar a sorpresas. También juego con filtros de colores o revelo carretes en proceso cruzado (de diapositiva a negativo color) para obtener colores saturados y alterados. La opción de manipular la superfície sensible de la película con productos químicos también está en mi lista de experimentos. Y finalmente el recurso de usar máscaras internas en la cámara tampoco lo descarto.

Aviones surcando el mar, laberintos de semáforos retorcidos… por tus fotografías, parece que persigues lo imposible. ¿Es así? ¿También en la vida?
Supongo que se trata de un inconformismo, hay gente que opta por algo más palpable, yo tiendo a una posición más idealista. Es en cierta manera una forma de proponer otras realidades, ya que la que nos ha tocado vivir parece estática, a través de la fotografía intento hacerla a mi medida. Y sí, probablemente aciertas y en la vida también tiendo a ponerme objetivos inalcanzables. Parece que hay algunos que no tenemos suficiente en lo difícil que es todo y lo complicamos aún más.

¿Cómo surgen esas ideas? ¿De dónde sale la inspiración?
Normalmente se trata de un proceso intuitivo. Disparo muchísimo y me alimento de los errores. Cuando veo los 36 resultados de un carrete y me doy cuenta de todo lo que no ha funcionado esto se convierte en el mejor motor para perfeccionar posteriores disparos. Aún así sí que normalmente hay una mínima idea previa que se construye en función de mi entorno. En la ciudad me gusta jugar a deconstruir la arquitectura, en el mar disfruto con tomas submarinas que luego incorporo en otros paisajes. En definitiva, no deja de ser una búsqueda hacia una contradicción constante.

Las últimas dos portadas de disco de Sr. Chinarro son tuyas. Además, tocó en la inauguración de tu expo en Puerto Lumbreras. ¿De dónde surge esta colaboración?
Un día Antonio Luque colgó en su facebook algo así como ¿y de portada qué? El caso es que fui algo impulsiva y le dije que si quería ya se la hacía yo. Primero me dijo que no, pero al poco tiempo volvió a contactar conmigo y me lo propuso. La propuesta de hacer la segunda portada salió sin darnos cuenta, supongo que no lo haría tan mal en la primera para que confiara en mi en la siguiente. Realmente el proceso creativo ha sido totalmente enriquecedor ya que ha ido evolucionando a medida que se iban desarrollando las canciones y se puede decir que le hemos ido dando forma entre los dos. Cuatro ojos siempre ven más que dos. Y yo soy algo despistada.

No es fácil destacar en fotografía, pero tú lo consigues, tal vez porque lo que haces es diferente al resto. ¿Cuál crees que es el pecado capital en fotografía? En otras palabras: ¿qué detestas en fotografía?
La fotografía es una herramienta que está al alcance de todos, cumple la función de registrar nuestro alrededor, el trabajo de los fotógrafos consiste en convertirla en un lenguaje expresivo. Me cuesta detestar algo, creo que hay infinitas opciones de comunicar mediante la fotografía y no me limito a ningún estilo ni a ninguna temática, pero me gusta que un fotógrafo deje participar al espectador, le sugiera algo sin obligarle a entenderlo de la misma manera que lo entiende él.

¿A qué fotógrafos admiras más?
Siempre digo que me interesan los fotógrafos que tienen la capacidad de elaborar un estilo propio y László Moholy-Nagy lo consiguió siendo uno de los pioneros en usar la fotografía como medio expresivo huyendo de la idea de documento o registro e investigando sobre las posibilidades del lenguaje. Harry Callahan también dejó huella trabajando con dobles y triples exposiciones, y deformaciones de todo tipo. Y aunque no me identifique tanto en su manera de fotografiar valoro la capacidad de Jacques Henri Lartigue de congelar instantes decisivos, o la habilidad de William Eggleston y Stephen Shore para convertir lugares inhóspitos en algo más. Aun así, también es bueno mirar a los que están cerca y desde hace un tiempo sigo el trabajo de Vari Caramés, Enric Montes o Benedetta Falugi, en cierta manera supongo que me identifico con su manera de mirar.

¿Nos cuentas un sueño?
De los sueños no me acuerdo mucho, sólo recuerdo algún sueño recurrente que tenía de pequeña en el que iban apareciendo detrás de la almohada una colección infinita de dinosaurios. Y si te refieres a algún objetivo algo más cercano, pues me gustaría sobre todo poder seguir desarrollando mis proyectos, y si además cuento con laboratorio propio, ya no pido nada más.

¿Y un secreto?
Algo que no sé si debería ser un orgullo o algo de lo que avergonzarme es que soy un desastre controlando todo lo que son los temas técnicos puramente fotográficos: tengo nociones de aperturas, diafragmas y velocidades, pero se trata únicamente de conocimientos que me permiten sobrevivir y que algún día me daré cuenta de que serán insuficientes. Llegado el día ya haré los deberes. De momento disfruto equivocándome.

Fotografía: Albert Alcoz