Sueños y secretos de… Frank Plant

Frank Plant nació en Washinton D.C., es escultor y se trasladó desde Ámsterdam a Barcelona hace dieciséis años. Su obra, a medio camino entre las dos y las tres dimensiones, analiza la sociedad contemporánea a través de símbolos reconocibles y situaciones cotidianas. Ahora, sus últimos dibujos en hierro llegan a Víctor Lope Contemporáneo en una muestra que exhibe su mordaz discurso.

¿Cómo surgió la idea de dibujar en hierro?
Estando en Holanda solía analizar las formas a partir de las líneas y las tres dimensiones, hasta que un amigo, dueño de un restaurante, me encargó unas obras para decorarlo y ahí empecé a descubrir las muchas posibilidades que tenía el dibujo en acero. A partir de ese momento empecé a desarrollar mi lenguaje en algo parecido a una dimensión 2.5.

Obras que complementas con otros materiales.
Sí, suelo incluir otros materiales. En ocasiones trabajo con Block, en otras incorporo fotografía u objetos encontrados. Siempre mezclados con hierro. El contraste entre lenguajes me encanta.

¿A qué se debe tu interés por los objetos e instantes cotidianos?
Me apasiona el lenguaje corporal y las dinámicas sociales entre las personas. Al prescindir de los rasgos, obviamente, prestamos más atención al cuerpo, la postura y las señales que emitimos, en muchos casos, sin darnos cuenta. Es en esos momentos donde encuentro pequeños rincones de poesía diaria, los detalles cotidianos que me encantan. Es fascinante, súper bonito. Te mantiene atento en busca de esos momentos con resonancia.

¿Encontraremos esos momentos en ‘Oh the Humanity’? ¿De dónde surge el título de la exposición?
‘Oh the Humanity’ es, aparte del título de la exposición, el de una de sus obras principales. La muestra gira en torno a las políticas sociales y trata, entre otros temas, sobre el calentamiento global y el desempleo. Escogí este título, surgido de la narración de Herbert Morrison durante el incendio del dirigible Hindenburg, porque me encanta la evolución de la expresión, cómo ha derivado desde un contexto dramático a medir la grandeza humana de cualquier situación estúpida o insignificante.

¿Y personalmente tienes esperanza en la humanidad?
¡Por supuesto! El otro día estaba viendo en Internet vídeos sobre un baile tradicional de otro país. A simple vista parecía una danza absurda, pero luego, analizada con detenimiento, me pareció la cosa más bonita que había visto, un baile súper elaborado. Creo en la creatividad de los seres humanos y apuesto a que puede salvarnos.

055d5130-68f2-4556-9bfe-bc56777d64ce-large¿Hay espacio para la política dentro del arte?
Mucha gente cree que no, en parte porque la línea entre crear una obra y ser dogmático o propagandístico es muy fina. En mi caso, muchas veces la carga política nace de la rabia. Me gusta mojarme, es importante, sobre todo enviar mensajes universales, que no sean un punto concreto en el tiempo. Pongo por ejemplo el retrato que en su momento le hice Aznar.  ¿Dentro de 20 años alguien fuera de España sabrá quién era este tipo?

Veo que no solo resides en Barcelona, también te mantienes muy conectado a su política y problemas. ¿Por qué escogiste esta ciudad?
Es muy sencillo, en Amsterdam tuve una novia catalana y me vine. Ahora, con el tiempo y las experiencias, Barcelona se ha vuelto un hogar. Como artista, quizá no sea el sitio más fácil para ganarse la vida, pero he desarrollado una comunidad a mi alrededor. Tengo a mi gente aquí.

¿Y en qué te ha influido la ciudad?
Es curioso, en una entrevista para una muestra que próximamente realizaré en Estambul me preguntaron lo mismo. La respuesta es que es inevitable, pero no en el sentido tradicional, algo que llega de golpe. Dieciséis años en Barcelona logran que te desarrolles de otra forma, que el entorno te influya, que afecte a mis gustos y a mi persona. ¡Ahora mismo pensar en vivir sin el mediterráneo me parece una barbaridad!

Un sueño.
El continuo crecimiento sostenido.

Un deseo.
La eficacia.

//Entrevista: Bill Jiménez.
Fotografía: Daniel Bartolomé Bermúdez.