Hay que ir más allá: ya no es suficiente con ir a un concierto, hay que poder hablar con el artista o escoger las canciones que va a tocar. Una exposición cobra todo su sentido si es el propio autor quien la explica para que adquiera el contexto necesario. Y claro, una película no solo puede limitarse a lo que se proyecta en un trozo de tela: tiene que ser vivida. A nuevos retos, nuevas experiencias. Así lo entienden en el Chiringuito Relevant de la Mar Bella y así lo han hecho: proyección de “Tiburón” en la playa… con bañito a medianoche incluido. Ahí, con un par. No podían haber empezado con alguna otra y regalar chocolate, o un trozo de pizza o algo así. No: “Tiburón” y un baño en el mar por la noche. Pues genial, oye. Y mientras tanto, en Australia…