No hay muchos personajes teatrales capaces de viajar en el tiempo y narrar sus aventuras a lo largo de más de 500 años. Estos días, en Barcelona, tendremos la suerte de tener a uno de ellos, pieza fundamental (y una de las más odiosas, por qué no decirlo) de La Celestina de Fernando de Rojas. Se trata efectivamente de Calisto, ese joven de buena familia, arrogante y cínico, preocupado únicamente por los placeres de la vida y por satisfacer sus pasiones y deseos al precio que fuera. En esta producción del Teatro Meridional, se nos muestra un Calisto al mismo tiempo ajado y atemporal, que rememora esos cinco siglos que ha pasado recorriendo todos los rincones de Europa. Un relato en el que nos encontraremos con personajes que nos resultarán familiares, pero también con otros fantásticos, y una historia en la que un sólo personaje es capaz de encarnar a más de una veintena para relatarnos, en un tono un tanto irónico, parte de la historia del teatro.
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