Los genios están para verlos de lejos. Si fueses una fría actriz rubia a las ordenes de Hitchcock, probablemente estarías de acuerdo con esta afirmación. Si fueses Alma Reville, su mujer, te pasarías más de media vida fingiendo que no ves las obsesiones de tu marido, al tiempo que eliges desaparecer tras su sombra. Aunque hayas sido tú quien eligió la música de Bernard Herrmann para “Psicosis” o la única que se dio cuenta de que Janet Leigh tragaba saliva en un plano después de muerta en la escena de la ducha. Eso sí, muchos años después, en 1979, un premio del American Film Instititute a toda su carrera te recompensaría con estas palabras: “Quiero mencionar a las cuatro personas que me han ofrecido más afecto, respeto, estímulo y ayuda. La primera es una montadora. La segunda es una guionista. La tercera es la madre de mi hija. Y la cuarta es una cocinera capaz de hacer milagros. Y el nombre de todas es Alma Reville”. Por suerte solo eres un espectador que podrá sentarse a ver esta película que narra lo que ocurrió durante el rodaje de “Psicosis” a ambos lados de la cámara y juzgar por ti mismo cuánto de verdad hay en el retrato del protagonista. Si aún así, al terminar no lo ves claro, ahí va mi recomendación: hazte con un manual de psicoanálisis y repasa la filmografía del señor Hitchcock./ Ruth Patiño

Por: Editora Barcelona

Precios: 6€

Hora: Estreno vie. 1

Lugar: Renoir Floridablanca, c/ Floridablanca, 135