Hace una década, Park Chan-wook firmaba una película dotada de una brutalidad atronadora y una belleza completamente hipnótica. Las escenas más violentas se convertían en pura poesía, hecho que catapultaría al film hasta convertirlo en todo un referente estético. Diez años después de estrenar esa joya llamada “Oldboy”, el cineasta surcoreano demuestra que sigue en plena forma con “Stoker”, una cinta salvaje cargada de erotismo. No hay más que ver el póster para sentir la atracción. Su exquisito diseño presagia lo que muchos esperaban: venganza, tensión, delicadeza y un poderío visual que corta el aliento. Si a ello le sumamos una banda sonora de infarto, interpretaciones más que correctas y una fotografía antológica, el resultado es algo así como una bacanal cinematográfica creada para hechizar al espectador.
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