No tengo pudor alguno en confesar que soy una mujer difícil. Tiendo a las maniobras extremas, a los escapismos fantásticos y desde siempre me he sentido cómoda bailando en esa delgada línea que separa la magia de la lógica, que difumina límites entre realidad y ficción. Probablemente por todo ello desde niña he sentido fascinación por la figura de Erick Weisz, más conocido como Harry Houdini, nacido húngaro y judío, delincuente prematuro y pobre, quien contra todo pronóstico escapó de sí mismo por lo que él mismo quería ser. En Houdini, l’art de la fugida se aventura en su última escapada, un monólogo de Teatre Imatge de corte gestual que, a través del uso de la pantomima, máscaras, marionetas corporales y sombras, indaga en la infancia y muerte del famoso escapista interpretado por Felipe Cabezas, actor y director especializado en commedia dell’arte, y dirigido por Berty Tovìas, pedagogo, director teatral y principal representante de la pedagogía de Jaques Lecoq en Barcelona a través de la su escuela internacional Estudios de Teatro. ¿Puede el hombre escapar a la muerte incluso después de la muerte? Famoso por sus huidas y espectáculos extremos que rozaban el faquirismo y la magia –con algunos toques de primitivo bondage- con habilidad, ingenio y muchas veces desprecio hacia el peligro, Houdini se hace esta pregunta a lo largo de todo el espectáculo, desplegando una interesante reflexión sobre la obsesión de los artistas y, en esencia, del ser humano por escapar de la trampa final de la vida, es decir, de la propia muerte. Desde ese espacio infinito que es “el otro lado” buscará respuestas entre sus recuerdos esquivando siempre el tiempo que lo oprime y delimita. Fuera ya no le espera el público, más allá de este último truco sólo le espera el amor, la única persona en quien confió en esta broma infinita que es la existencia: Bess, su mujer y amiga más allá del sepulcro. Houdini nos inspira por su arriesgado anhelo de libertad, es un símbolo de evasión, no solo de cadenas y candados materiales, sino del cepo de la sociedad. Un hombre corriente de estatura más bien baja y aspecto inmigrante, con el que los obreros podían muy bien sentirse identificiados, pulverizando límites sociales y físicos. Durante este mes La Sala Fènix se transformará en la sociedad de magos de Nueva York, una cofradía secreta que hasta el día de hoy sigue invocando al gran Harry Houdini a realizar el truco que nadie hasta ahora ha logrado ejecutar con éxito: volver de entre los muertos y demostrar que no hay celda capaz de retener a un espíritu libre. Houdini parecía ser muy consciente de ello.
Por: Thais Cuadreny P.
Precios: 16€ / 13€ Anticipada
Hora: Del 10 al 19 de Julio. Vie., sáb. y dom. a las 21h
Lugar: Sala Fènix, c/ Riereta, 31
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