A mediados de los noventa estaban de moda los canis, los esquinetes y los bakalaeros soft. Yo iba a un instituto privado en el que campaban pijos, maquineros y un escaso puñado de grunges entre los que me contaba. Adolescentes con Bombers Alfa Industries eran la jauría predominante. Ataviados con sus mocasines, camisas a cuadros Fred Perry, ajustadas sudaderas Lonsdale y pantalones de chándal Adidas de esos con franja lateral y cremallera en los bajos. Peinados a lo “cenicero” rapados al cero excepto por un incomprensible flequillo en punta estaban en el top, las chicas llevaban grandes aros, cintas en el pelo y se lo recogían dejando dos mechones teñidos a cada lado de la cara. Una mezcla kinki-españolita era tendencia y la tecno-rumba triunfaba entre las adolescentes. Paco Pil, Chimo Bayo, Camela, Máquina y Bakalao en todos los walk-mans. Cosas así. Confieso que nunca simpaticé con sus músicas machaconas, sus bailes grotescos, sus salidas botellónicas a La sala del Cel, Scorpia o a la discoteca X qué. Yo era “alternativa” convencida hasta que apareció Carme. Y empecé a sentir el encanto. Carme fue la primera chica que me gustó en el insti, una pecosa pastillera de 16 años con melena alborotada rubio oxigenada, insolente, arrogante, rapada por la nuca, que hablaba en catalán cerrado de Lleida pero decía ser española hasta la médula. El embrujo había entrado en mi vida para siempre. Chicas malas que lloraban desconsoladas en los pasillos, que se cogían un ciego monumental en el patio y aparecían dando tumbos en clase con los ojos achinados, que se hacían tatuajes con el compás y takeaban “VIVA FRANCO” en los pasillos del instituto, que se comían un tripi a las seis de la tarde y escribían apasionadas cartas de amor al macarra de turno. Carme ponía Camela a todo trapo en clase de Física y yo la miraba de reojo y repetía para mis adentros lo que se escapaba de sus auriculares: “Escúchame, compréndelo, es imposible nuestro amor”.

A finales de la década de los 90 este trío madrileño, uno de los máximos exponentes de la ‘technorumba’ se convirtió en toda una revelación, en cuanto a estilo musical y al filón de ventas que supusieron sus discos. El éxito de Camela ha sido una de esas sorpresas basadas en el boca a boca, de la gasolinera a la Gloria Emi Records. Para celebrar sus diez años en el mundo de la música, editaron su décimo álbum, 10 de Corazón, en una edición de lujo. Después de Se ciega por amor, que consiguió el disco de platino en su primera semana en el mercado, la banda regresó con La magia del amor, último álbum como trío ya que Miguel abandonó la banda tras su publicación. Ahora Dioni y Ángeles presentan Más de lo que piensas. Iré a verlos, y quién sabe si encuentro a Carme quince años después, con su inocente rebeldía, tarareando “Sueños Inalcanzables” a pleno pulmón.

Por: Thais Cuadreny P.

Precios: Anticipada: 18€. En taquilla: 25€

Hora: 21h

Lugar: Razzmatazz, C/ Pamplona, 88