Así como los niños esperan todo el año por los Reyes Magos, espero yo por Yuja Wang: revisando todas las noches en su Instagram un post que diga “Barcelona see you there” o algo así… Pero, al ser ella un ser etéreo, posteó, sí, pero muy tarde como para comprar con anticipación las entradas. Felizmente, yo me enteré antes por un anuncio de esos que cuelgan de los postes, dibujándome una sonrisa de esperanza en medio de la lluvia y de la propaganda política (cual película hiperrealista en blanco y negro). Ya entrando en terrenos musicales, esta pianista nacida en Beijing posee lo que pocos músicos: la sutileza. Es decir, aquella magia que distingue a unos de otros y que hace de las partituras un ser vivo y no simplemente una guía. Hago hincapié en ello, porque lo suyo no se queda en la virtuosidad sino que, además, tiene interpretación, lo que asegura atención total, de principio a fin. Muy aparte, ella pertenece a una nueva generación de músicos clásicos que, conscientes de los tiempos que corren, cuida su imagen según los requerimientos de una portada de Vogue, lo que le ha valido desde halagos hasta injustas críticas. Los reparos, supongo, son de gente que apunta al cielo y se queda mirando el dedo. ¡Yuja Wang… allá voy!
//foto de ©Norbert Kniat
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