Hora de redactar la reseña sobre la charla con una TED speaker del jueves. Entro en Facebook para recopilar la información del evento. Primero una lectura en diagonal de las últimas novedades de mis contactos. Tengo un aviso pendiente: a un amigo de mi amigo le gusta mi comentario sobre su foto de vacaciones. Abro la foto. Miro el álbum entero. Like. Vuelvo a lo mío, entro en la página del evento. Mi móvil vibra. Un aviso de Fotocasa “tienes dos nuevos anuncios que te pueden interesar” (el primero es una estafa y el segundo es un 73% más caro de lo que busco pero, sobre todo, que no se te adelanten). Vuelvo a la reseña. Mejor con música: abro Spotify. ¿Cómo se llamaba este grupo que vi en el Primavera Club? Google. Búsqueda en Spotify. Play. Malditos anuncios. Vuelvo a mi texto. Nuevo pop up en mi móvil. Novedades de Instagram. A ver esas stories. Corazón. Jajaja. Emoticono de hombre que baila disco.
20 minutos más tarde, sigo con la página en blanco. Es un hecho: vivimos en la era de las distracciones digitales.
Como muchos de vosotros, soy de una generación que nació sin Internet. Las presentaciones del cole, las preparábamos buscando en enciclopedias. Las redacciones de inglés, buscando vocabulario en el diccionario. La música se escuchaba en cadenas hi-fi y se alquilaban vhs/dvds cuando no habías podido ver una película en el cine.
Pero los mismos también somos la generación que conoció la llegada de Internet a los hogares, y con ello, el ruido del módem al conectarse, las tarifas con horas limitadas de conexión mensuales y esos minutos eternos para cargar una página web. Sin duda, Internet me trajo mi primera gran distracción digital: MSN Messenger. Se acabaron las llamadas telefónicas interminables, y ahora con mis amigos intercambiábamos a golpe de LOLs, abreviaciones y caritas sonrientes. Internet cambió nuestras vidas para siempre. Hoy, lo llevamos con nosotros constantemente, en el móvil, el reloj o el portátil. ¿Dónde está este restaurante? Google. ¿Horarios del cine? Google. ¿Cuántos años tiene Thom Yorke? Google. Externalizamos nuestra memoria y conocimientos que pasan de ser propios a trasladarse a la nube. Estamos en pleno proceso de transformación y con todas esas nuevas (y preciosas) herramientas, somos cada vez menos capaces de concentrarnos.
En esta conferencia, la doctora Anastasia Dedyukhina, autora de Homo Distractus y bloguera del Huffington Post, explicará cómo funciona nuestra memoria y nos propondrá varias estrategias de memorización para saber centrarnos, controlando las distracciones que provocan nuestros aparatos y las nuevas tecnologías. A través de un formato ameno e interactivo, reflexionaremos sobre cómo lidiar con este nuevo entorno tecnológico y recuperar el control de nuestro tiempo.