El Hoyo
El que avisa no es traidor: así que os aviso, quizás no es la película más adecuada si estáis buscando un chute de buen rollo en estos días tan negros (por algo ha sido la gran triunfadora del festival de Sitges el año pasado). En cambio, sí es una metáfora cinematográfica interesantísima de nuestra sociedad abordando temas tan universales como la discriminación por clases, el individualismo y la dificultad en generar cambios espontáneos en la naturaleza humana. Vamos, sin duda es una buena manera de reflexionar sobre la situación actual bajo otro ángulo.
El Hoyo es una especie de cárcel que se reparte en centenares de niveles. En cada nivel, 2 personas. En el centro, un agujero por el cual baja una plataforma con comida para todos los confinados. En esta plataforma, un menú de los más exquisitos, que incluye hasta las comidas favoritas de cada uno. Pero eso sólo lo sabrán los de los primeros niveles ya que la plataforma se queda un cierto tiempo en cada nivel y va bajando. De este modo, los miembros de cada estrato se alimentan con lo que dejan los del estrato superior y deciden lo que queda para los del inferior. Como si no fuera bastante, aleatoriamente, los miembros de esta estructura ascienden o descienden de nivel regularmente.
En este contexto descubrimos las historias de Trimagasi, Imoguiri, Miharu, Baharat y del protagonista Goren, todos atrapados en este aterrador mecanismo que les llevará a revelar lo mejor pero también (y sobre todo) lo más vil del ser humano para sobrevivir.
«El grande que fuera vicioso, será vicioso grande y el rico liberal será un avaro mendigo. Que al poseedor de las riquezas no le hace dichoso tenerles, sino gastarlas. Y no el gastarlas como quiera, sino saberlas bien gastar.». Ese es uno de los fragmentos de Don Quijote que recita el protagonista durante la película y que nos da alguna pista sobre su hilo conductor. Las lecturas que se pueden hacer de El Hoyo son tantas como espectadores. Pero desde luego nos lleva a reflexionar sobre el hecho de que, para cambiar la sociedad, tenemos primero que cambiar cada uno de nosotros. Porque con ingredientes básicos se pueden elaborar platos exquisitos como la panacotta. Si todos y cada uno de nosotros apostamos por la virtuosidad, podríamos alcanzar un modelo de sociedad altruista y colaborativa. Pero la solidaridad es un bonito concepto que, en el marco de una situación de crisis, queda demasiadas veces en segundo plano (sea en un hoyo con plataformas, o durante un episodio de pandemia en el cual los más afortunados se acaparan el papel higiénico).
El Hoyo es un thriller distópico que molesta, angustia, cuestiona, denuncia y con un paralelismo ciertamente perturbante respecto a la situación que nos toca vivir hoy. A tener en la lista de must-see para reflexionar.
