Este pequeño arte, de Kate Briggs, es una meditación derivada, principalmente, de la experiencia de traducir dos volúmenes de conferencias de Roland Barthes. El título está inspirado en una cita de Helen Tracy Lowe-Porter, traductora de La montaña mágica de Thomas Mann. Lleno de citas y de especulaciones, interactúa, distorsiona e intensifica la lectura. Un caso de estudio sobre la experiencia de interpretar un texto: La preparación de la novela, de Barthes. La traducción como un fenómeno cultural, un oficio, una profesión, incluso, un arte.
“¿Qué es una buena traducción?”, pregunta la autora. Suele ser bastante fácil distinguir entre una buena y una mala traducción. Podemos estar de acuerdo en que una traducción que tergiversa el significado del autor es mala. A pesar de las mistificaciones barthesianas, la traducción es un arte concreto. Se suma la insistencia en que los traductores sean respetados como artistas. Tienen un ego tan grande como el de las personas de éxito en cualquier otro ámbito, pero son muy conscientes de la diferencia entre creatividad y apropiación. Su trabajo es similar al de un curador, un bibliotecario o un editor. Ningún traductor serio puede minimizar los errores de gramática o léxico, sabemos que traducir no es un arte de engañar.
El ensayo tangencial de Briggs es una lectura fascinante, un relato honesto y reflexivo de la traducción. Recomendado, incluso, si no eres traductor, porque ofrece una gran cantidad de comentarios interesantes sobre la escritura, la comprensión y el lenguaje. Para aquellos que se distraen, un mensaje: ¡hay que nombrar al traductor en todas las reseñas!
Traducción: Rubén Martín Giráldez
Editorial: Jekyll & Jill
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