Shame
Es uno de mis recuerdos musicales más potentes de los últimos años: Charlie Steen se desgañita sin camiseta presentando Songs of Praise (2018, Dead Oceans) en Sidecar. En un momento, se queda pensativo, se inclina hacia un público en pleno éxtasis y exclama: ¡oledme! El cantante de Shame, empapado de sudor, sabe que nos está lanzando uno de esos conciertos que confirma una banda y una escena.
Han pasado 5 años desde entonces. Drunk Tank Pink, lanzado en enero de 2021 también con Dead Oceans, se vio empañado por las complicaciones para girar, pero también por darle demasiadas vueltas a las canciones (algo provocado también, en parte, por el contexto pandémico). A pesar de todo, se trató de un buen segundo disco, menos inmediato pero con una clara evolución compositiva y nuevas incursiones sonoras.
Food for Worms (2023, Dead Oceans) toma las cualidades de Drunk Tank Pink y las combina con la espontaneidad y potencia del debut. Para lograrlo, Shame fueron retados a componer de cero todo un setlist en dos semanas y tocarlo en dos conciertos en Windmill Brixton. Se acabaron las complicaciones y repensar todo demasiadas veces, volvió la chispa y la banda se lanzó a grabar el disco en vivo en el estudio con Flood (productor de Nine Inch Nails, Depeche Mode, U2, PJ Harvey, Nick Cave o Sigur Rós, entre otros) .
Las 10 canciones de Food for Worms muestran todas las caras de la banda. La primera, Fingers of Steel, logra el equilibrio entre el post-punk donde se les encasilló en inicio, melodías pop y una inmediatez punk. También hay espacio para su vertiente spoken word (Six Pack), momentos más opresivos como The Fall of Paul, la camaradería casi de pub (All The People) o la bonita balada Adderall, que cuenta con Phoebe Bridgers en los coros. La banda se propuso tomar los elementos más fuertes de los dos discos previos, ¡y lo han conseguido!
El lunes, Shame presentan Food for Worms en La [2] de Apolo, una sala perfecta para su propuesta. Avisamos: no faltará punk en cada poro de Charlie Steen.
