Me llamo Fina Olivart, nací en Horta, un barrio muy particular, porque era un lugar donde se mezclaban los andaluces y extremeños con los catalanes de toda la vida.
¿Cómo te sientes?
Muy influida por ese carácter extrovertido y alegre del sur. Eran mis vecinos, mis compañeros de clase. Todos nos mezclábamos y del barrio han salido muchos artistas, intelectuales o periodistas, como los fundadores de la revista El Jueves o la compañía Eléctrica Darma.
¿Cómo empezaste en el arte?
Siempre he dibujado, tomado fotos, pintado, pero no fue hasta que asistí a unas exposiciones sobre Mondrian y Kandinsky que decidí entrar a la Escola Massana. De ahí guardo los más gratos recuerdos de mis profesores, quienes sacaron de mí la posibilidad de crear.
Y fuera de la escuela, ¿cómo es el circuito del arte en Barcelona?
Hermético, cerrado e inaccesible. Por ello he buscado otros caminos para exponer.
¿Qué recomendarías a quien quiere exponer y recién sale de una escuela?
Tenacidad, seguridad en sí mismo y salir de España.
¿No hay posibilidad de exponer?
Muy poca. En todo caso, romper moldes es un factor para ser reconocido, pero ni siquiera ello es suficiente en la mayoría de los casos.
¿Por qué abriste una galería?
Me lo pidió el corazón, porque además de mi propia obra siento fraternidad hacia otros artistas de muy alto nivel que no pueden entrar en el circuito y yo les ofrezco mi espacio.
¿Es un buen negocio?
Me conformo con cubrir gastos y espero tener suerte. Tengo buenos artistas y colaboradores.
¿Nos cuentas un secreto?
Empezaré a hacer intercambio de artistas y de obras con una galería del sur de Francia…
Entrevista por: Francisco Estrada.