Me llamo Albert Terré y soy diseñador gráfico e ilustrador. La parte de diseño es la puramente profesional, mientras que la ilustración pasó de ser una herramienta que aplicaba dentro del mundo del diseño a convertirse en algo mucho más personal y, aunque sigo trabajando como diseñador gráfico, la ilustración es el campo en el que de alguna manera me siento más yo.
¿Más tú?
Sí, el diseño gráfico es lo que hago para ganarme la vida, pero ha llegado un punto en el que cada vez odio más la parte corporativa, y la ilustración es una vía de evasión de todo eso. La ilustración es mi terapia y en realidad lo que me gustaría es poder invertir el proceso: que las herramientas que controlo de diseño gráfico fueran las herramientas que me ayudaran a saber aplicar las ilustraciones que hago.
¿De dónde sale el nombre de tu web, La regadera gráfica?
Pues vino porque había montado un estudio pero luego decidí empezar a trabajar como freelance y supongo que se me hacía muy raro empezar a trabajar con mi propio nombre, además que quizá el proyecto pudiera crecer y englobar a más gente en el futuro. Así que “La regadera gráfica” vino porque yo andaba buscando un objeto que pudiera animar gráficamente y, aparte de porque me encantan las plantas, la regadera para mí era un objeto que, a pesar de parecer muy simple y básico, en realidad es una herramienta para alimentar a las plantas con agua y de hacer crecer vida. Lo cierto es que la gente suele interpretar el nombre como que estoy como una regadera. Y mira, a veces está bien que te tomen un poco por pirado, porque te puedes escudar en eso para salvar según qué situaciones.
De hecho, tus ilustraciones son bastante locas y encajan muy bien con ese concepto. Esa afición por dibujar bichejos y monstruitos, ¿de dónde viene?
Todos tenemos nuestros “monstruitos” particulares con los que hay que aprender a convivir. Los monstruos que yo dibujo tienen dientes afilados, algunos tienen picha u otros detalles sexuales que dejan claro que no son precisamente dibujos infantiles. Pero en realidad, te puedes hacer amigo de ellos. Es decir, que los monstruos, si los controlas y te haces su colega, no son tan malos como parecen. Aparte, estos dibujos esconden muchos mensajes positivos. Juego mucho con los símbolos del + y con las flechas, que también son como pequeños ejercicios terapéuticos que hago conmigo mismo para inyectarme positivismo. Así que aunque yo al principio pensaba que no sería así, me he dado cuenta de que mis dibujos transmiten bastante buen rollo y, de hecho, atraen bastante al público infantil. Y es que en el fondo, yo también soy un niño y me encanta serlo. Muchas veces me pongo a dibujar con mi sobrino que tiene seis años y dibujamos muñecos súper parecidos (jajaja).
¿Dibujabas cuando eras niño?
¡Sí, claro! Era la única manera de que me estuviera quieto. Mi madre siempre decía que por muchos Playmobil que me dieran, por muchos muñecos de He-Man que tuviera, yo me montaba una batalla y los mataba a todos en un momento. En cambio, cuando me daban un papel y unas pinturas, era otra cosa.
¿Nos desvelas tus fuentes de inspiración?
Siempre me han gustado mucho los cómics, claro, pero la verdad es que a la hora de sentarme a pintar, no busco fuentes de inspiración, sino que espero a ver qué sale. De hecho, pinto directo, casi nunca utilizo un lápiz primero. Evidentemente, hay una parte que ya tienes un poco por la mano, pero para mí la gracia de pintar directo es que me lleva al error, y ese error es lo que hace que experimente cosas nuevas y me salgan nuevos muñecos.
¿Y algún referente en ilustración?
Por estilo, me gustan mucho Oscar Llorens y Jon Burgerman. Luego hay otros ilustradores que no tienen nada que ver con mi estilo pero que también me gustan mucho, como Guim Tió o María Herreros.
Algún proyecto en el que estés metido ahora mismo y que te ilusione especialmente…
Pues tengo en mente la idea de hacer una exposición que fusione mi parte de ilustrador y mi vertiente como grafista. Sería mi primera exposición y me gusta la idea de hacer este encuentro en medio de las dos disciplinas, sería una forma de verme a mí mismo. Una parte serán ilustraciones en blanco y negro y la otra letterings. Me gustaría hacerla a finales de este invierno, ¡pero a ver!
¿Y dónde te gustaría exponer?
Pues me encantaría hacerlo en la Galería Cosmo, porque me gusta mucho como está montado el local y la idea de tener la zona de exposición y la zona de bar perfectamente delimitadas. La verdad es que no me veo exponiendo en una sala súper blanca con la gente en silencio, así que me siento más identificado con el rollo Cosmo. También me gustan mucho sitios como Miscelänea o Mutt. En cualquier caso, me gustaría que fuera un lugar en el que me dejaran jugar con el espacio, darle vida a las paredes: pegar vinilos, pintar sobre ellas…
¿Nos cuentas un sueño?
Quizá quede así como muy profundo, pero mi sueño es ser libre, no estar atado a este sistema.
¿Y un secreto?
Que a veces me copio de mi sobrino.
Entrevista por: Astrid Jacomme y María Arranz