Cuando me hablaron de este libro lo primero que me dijeron es que se trataba de una autora muy joven, de tan sólo veintitrés años, que murió en un accidente de coche. Que era una joven promesa de la literatura que podría haber hecho tanto… Ciertamente, Marina Keegan estaba decidida a crear a través de la escritura y personas con ese empeño, tan raro e infrecuente, difícilmente se rinden, difícilmente no lo logran. Pero hoy no quiero hablar de lo que podría haber sido sino de lo que son sus escritos, recogidos en ‘Lo contrario de la soledad’. Los ensayos de Keegan son inspiradores, y sus relatos tan cercanos a la realidad que casi podemos tocarla con las manos. Son maduros en ejecución pero tremendamente jóvenes en lo que respecta a temática, lenguaje, diálogos y argumentos. Sin temor a romper lo establecido las historias de este libro remueven sentimientos y pensamientos de una manera asombrosa. Keegan consigue que también sean nuestros: aquella vez que descubrimos un diario personal, que nos sentimos humillados en secreto, que nos pusimos cierta ropa interior para impresionar, el primer novio y la reacción de nuestros padres, la primera muerte a la que nos enfrentamos…
No es una chica muerta. Es una escritora viva.
En español, edición de AlphaDecay, 2015.
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