Sexo tras unas días sin vernos

“Matt quiere mantener relaciones sexuales con su cara y con su cuerpo, pero con un pene del tamaño de la cara y el cuerpo de Rachel, que tenga la forma necesaria para que encaje en ella como si fuese un molde, de modo que, cuando mantengan relaciones sexuales, parezca que Rachel se limita a estar envuelta por una fina capa de sensible piel de entrepierna, como si llevara un traje de buceo”.

Alpha Decay reúne por primera vez toda la narrativa breve de Tao Lin (1983) en ‘Sexo tras unos días sin vernos’. A través de estos textos, este joven y talentoso escritor neoyorkino me ha mostrado algo que ya sabía pero que necesitaba recordar: los humanos somos jodidamente raros aunque, si escribimos y leemos sobre ello, sobre nuestra rareza, todo es más soportable; ergo, la frustración disminuye. En ‘Sexo tras unos días sin vernos’ no hay lugar para valoraciones estúpidas y pretenciosas: somos humanos, somos retorcidos, somos simples, somos extraños. Los relatos de esta obra son tremendamente ágiles y te dejarán con la boca abierta. En un primer momento puede que te distancies de sus personajes y de sus pensamientos, bizarros hasta la médula, pero al cerrar el libro verás, inevitablemente, que tú también generas reflexiones inexplicables e, incluso, reflexiones de las que te avergüenzas. Querrás subrayar cada frase, cada pensamiento, para que no se desprenda de ti, para congelarlo con la sorpresa que te ha provocado y guardarlo en algún bolsillo de tu corazón. Créeme: quieres leer a Tao Lin. Querrás juzgar a sus personajes y luego verte en ellos como en un espejo.

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