Granja Petitbo

“Para mí los huevos poché con salmón y café largo”, dijo él. Ella se decidió por los “pancakes con Nutella y canela, y un zumo natural”. Podría ser un diálogo de lo más normal si estuviéramos en el barrio de Sant Antoni o en la calle Parlament. Pero no, estamos en Passeig Sant Joan y aquí no estamos acostumbrados a las cafeterías con encanto, a los brunch de los domingos, o escuchar Belle and Sebastian mientras ojeo el último número de Monocle. Todo esto suponía cruzar la ciudad en la Línea 2. Hasta que en diciembre abrió la Granja Petitbo, instalándose en el podio hipster de un barrio que clamaba un bar-cafetería-vermutería en condiciones. “Nos está desbordando un poco”, llegó a confesar una de las camareras. El boca oreja ha corrido como la dinamita, y empieza a ser difícil encontrar mesa los domingos. Confirma la norma que los buenos sitios funcionan. Y todo esto en Aragó con Passeig de Sant Joan. Ahora sí, Eixample Dreta mola.