Hay una ley bastante universal en el mundo de la comida que conviene seguir: donde cene un chef, se come bien. Los bocadillos muy gourmet y los vinos naturales del Bar Torpedo lo han convertido en el objeto del deseo de los trabajadores de la industria de la restauración . La apuesta personal de Rafa Peña (Gresca) por elevar humildes bocadillos a pequeñas piezas de orfebrería culinaria no podría haber tenido mejor recepción. Los entrantes ya te ponen a sitio. Una excelente codorniz frita (Kentucky Fried Guatlla en la carta) y unas patatas picantes preparan el terreno para el festival de bocadillos. El de pastrami de lengua de ternera y el de ensaladilla rusa son tan sorprendentes como acertados. Pero es con su humilde cheeseburger donde recibes la estocada final. Incluso si no eres fan del previsible confort de una hamburguesa, pídetela. Te devolverá la fe. Sencilla, pequeña, perfecta, sin ningún elemento de distracción, la hamburguesa del Torpedo es de lo mejor que puedes comer hoy en la ciudad. De postre, el homenaje al crack pie de la neoyorquina Christina Tosi (Milk Bar) es elección casi obligatoria.
El local pintado de verde (que desborda alma y buena música), y una potente y compacta carta hacen que el Torpedo sea uno de los bares más deseados de la zona. Rafa Peña sabe jugar con los códigos de bar para desubicarte positivamente en una elevada experiencia verdaderamente gourmet.
