En una industria tan caníbal como es la restauración, cumplir 70+1 años es una hazaña que merece una celebración por todo lo alto. Un buen sarao como el que montó la semana pasada Javier de las Muelas en su Montesquiu de la calle Mandri. El enfant terrible de la coctelería Barcelonesa llenó de amigos el Quiu, del que lleva al frente desde 1991 cuando tomó las riendas de la antigua bodega de barrio que abrió la Familia Torremadé en 1952.
Convertido en un icono de la parte alta de la ciudad, el Montesquiu ha servido tapas y platillos de su ecléctica carta a generaciones de clientes. Un marcador sobre la barra lleva la cuenta de las raciones de bravas servidas, 892.415 hasta el momento. En la celebración no faltaron sus magníficas bravas, en un rifirrafe con el vecino Bar Mandri por las mejores patatas con salsa picante de la calle. Tampoco faltaron entrantes y tapas icónicas como la torta de camarones, los callos con chorizo o su brioche de lobster roll. Guiños eclécticos a las diferentes gastronomías que tanto ama Javier. La comida subió de tono con las sublimes espardeñas con colmenillas y alcachofas, los garbanzos con gambas al estilo de la abuela Carmen o el cochinillo ibérico a baja temperatura con patata trufada.
Un festín para demostrar que el Montesquiu sigue en un estado de forma envidiable. Ya sea una parada rápida para una caña bien tirada en la barra, o una sentada con todas las de la ley y sobremesa larga, el Montesquiu sigue siendo un destino imprescindible de la parte alta de la ciudad. ¡Y que siga así por muchos años más!