Hay grupos que parece que siempre estarán ahí. De esos que llevan años girando, sacando buenos discos, incansables. Que, cuando ves en directo, te alucinan. De esos que crees que podrás volver a experimentar en vivo en cualquier momento. Eso me pasó con Havalina. Tengo grandes recuerdos de escucharlos en Salamandra: 3 músicos reventando la sala, tema tras tema, sin darse importancia. Y llega un día en que anuncian que lo dejan. Da igual que acaben de sacar un LP que sigue expandiendo su sonido (y su legado). Se acabó.
Por suerte, en el caso de Havalina, están realizando una amplia gira de despedida que tiene parada en Barcelona. Las crónicas de estos últimos conciertos señalan que están a la altura de lo que es la banda: un repaso de dos horas a toda su discografía, con canciones de cada LP y etapa. Como no puede ser de otra manera tratándose de Manuel Cabezalí, Ignacio Celma y Javier Couceiro, la energía que desprenden está siendo absolutamente explosiva.
Si eres fan de Havalina, no hace falta recordarte la fecha. Si les has escuchado de forma casual, o no les has visto, ponte sus discos (sobre todo su Maquinaria, que ahora queda como auténtico testamento de la banda) estos días y déjate atrapar por su rock oscuro. Pocas bandas estatales han sabido canalizar tan bien influencias del indie británico más gótico de los ochenta, del stoner americano, de los guitarrazos noventeros y también de bandas post-punk de los últimos años. El viernes reventarán la WOLF como despedida.
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