Sebastián Boesmi ha creado un universo gobernado por fuerzas estéticas similares a las que rigen el nuestro. Elementos vivos, cotidianos e incluso extraídos de nuestra imaginación que se desarrollan por sus lienzos generando una vida en constante diálogo. Y esas conversaciones hablan de un origen, de un acto fundacional en el que encontramos ciencia y magia, forma y color, la poesía cósmica que el tiempo convierte en el faro de millones de individuos. Nosotros, cuando los años nos alcancen, podremos decir que “A big load”, su exposición en Espai [b], la segunda en la sala y la que hace diez en su carrera, cumplió con muchas expectativas, que nos deleitó con su virtuosismo y que nos transmitió conceptos y emociones que pudimos sentir como nuestras antes de volver a la realidad.  Y sí, tras “A big load” hay un universo, un universo de méritos en expansión.

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