Alvin ha aparcado la segadora en el cobertizo de Miss Burningam. Se coloca bien la visera de la gorra y abre la puerta del bar de Sunny Joe. Se sienta en una banqueta y, como siempre hace, pide una Bud bien fría. Habla de la guerra, de mujeres y de un Cadillac que condujo una vez por la 66. Suena Bill Callahan de fondo. Alvin dice que esa maldita canción le pone los pelos de punta. No me extraña. Su voz es tan grave como el peor de los tumores. Como si de golpe el tono de Leonard Cohen entonara melodías de Nick Drake. Un hombre triste que ha estado muchas veces borracho canta de la vida de igual forma en que hablaría con los parroquianos en la barra de un bar tras volver de la siembra. Aquellas cosas americanas que parecen tan auténticas.
La canción persigue a la voz continuamente y la decora como quien guarnece de flores un balcón. Y esa voz profunda que relata, no canta, sino que relata de la misma manera en que lo hacía en Smog, su anterior banda, quizás con más alegría que entonces, quién sabe, Alvin, uno con la edad encaja los golpes con más empaque, quizás sea el día que se ha levantado así, en todo caso, a lo que me refiero es que el bueno de Bill, al que sería un desprecio llamarle cantautor, relata la vida con una sensibilidad marcadamente masculina y un preciosismo que uno se estremece de oírlo y eso, Alvin, que se puede ver en la sala Paral·lel 62 el miércoles 19 de abril, y que yo de ti, amigo mío, no me lo perdería por nada del mundo.
Por: lecool-admin
Precios: 28€ anticipada
Hora: Mie. a las 21h
Lugar: Sala Paral·lel 62 , Av. Paralel, 62
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