Hasta hace unos meses, el Sudeste asiático era el destino turístico de moda: raro era no tener (incluso simultáneamente) un primo visitando Vietnam, una amiga subiendo fotos de Tailandia, un ex gozando Camboya; aunque daba la sensación de que el exotismo del paisaje y el paisanaje absorbía toda la atención y que, en ocasiones, al visitante no le había impresionado tanto el sustrato profundo de esas sin duda fascinantes culturas.
Hoy, que la celeridad globalista de los viajes nos ha privado precisamente de viajar, tenemos paradójicamente la oportunidad de conocer esas idiosincrasias, aunque sea desde el sosiego de nuestras salas de estar, gracias a las mejores escuelas que existen: el cine y la literatura.
¡Buenas noticias! La pedagogía incansable de Casa Asia y el poder de convocatoria de Filmin se han aliado para brindarnos un conjunto de títulos de dicho continente en la estela de los que programaban en su festival anual barcelonés, pero con dos ventajas: no hay plazos (adiós a las contraprogramaciones de los festivales presenciales) y, al ser online, se podrá disfrutar desde cualquier punto de nuestra geografía.
La variedad del gigantesco continente se refleja, como no podía ser de otra forma, en su cine. Así, será muy difícil no encontrar una película que nos deje prendados, sean cuales sean nuestras filias o fobias: desde la sentimentalidad de Asako I&II a la reflexión sobre el horror de Aswang, del colorido de To live to sing a la agorafobia de Ayka, de la ternura de Hamid al nihilismo de Nina Wu.
Y eso son solo los estrenos: el canal ofrece asimismo otras cintas que impresionaron a la audiencia en pasadas ediciones del festival (By the time it gets dark, Lecciones de armonía), clásicos instantáneos de este siglo (Burning, The assassin, Yi yi), una muestra de cine surcoreano (con notables thrillers como Oldboy o El extraño), chino (An Elephant sitting still, Hasta siempre, hijo mío), japonés, iraní… además de retrospectivas de grandes directores como Ozu y Kurosawa. Casi nada. Casi todo.
Ya avisábamos de la variedad, tan abrumadora que parece demasiado general hablar de “cine asiático” como si fuera un conjunto homogéneo. Pero cualquier envase es bueno si nos permite degustar un precioso licor. Y no nos queda nada más que dar muchas gracias a Alá, Buda y Krishna y, sobre todo, pedir muchas asias.
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