Un hombre vive en Madrid, casado, feliz. Pero su vida cambia de repente, se divorcia y aparece en Barcelona, la que suele visitar por su trabajo como consultor. El shock es tremendo y decide romper con todo lo pasado. Quiere vivir la sensación de venganza y para ello elige relacionarse con hombres maduros. No van a desfiles, no frecuentan locales de ambiente, viven al margen de todo eso, un colectivo compuesto por marginados: relaciones fugaces, banales, sin sentido. Martí es la persona, junto con Sarrià, que le generan quietud y tranquilidad al protagonista. También aparece un escritor valenciano que cierra el triángulo amoroso. Son tres maneras distintas de vivir la sexualidad, pero complementarias. El mensaje se aproxima a la no existencia de la masculinidad, ni de la feminidad, existen personas y momentos en que aflora una u otra. Hay que defender ser quién eres; son muy complejos para que, además, les etiqueten. No hay que negar ser homosexual, no hay que negarse a sí mismo, hay que ser valiente.
Aún estoy aprendiendo a interpretar las miradas de los hombres. Una manifestación de deseo masculina nunca es otra cosa más que eso, carece de cualquier complejidad. Está dificultad mía para asimilar algo tan simple constata que me resisto a aceptar mi transformación
El libro busca aportar otras visiones, otras experiencias, otras sensibilidades, otras maneras de vivir la homosexualidad. Un libro que contiene más preguntas que respuestas, sin dar clases morales. No hay respuestas, ni juicios. Que cada persona construya su mundo. Avanzamos lentamente en derechos y libertades, hay que manejarlos con cuidado cuando el peligro acecha. Cada uno elige su sexualidad y eso significa que un día pueda cambiarla o expandirla. La cuestión es probar.
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