Si salimos del Teatro Liceu y avanzamos por Carrer Unió podemos percatarnos en un atisbo de la existencia del remodelado Bar Cañete: una fusión de la restauración más cañí y la más sofisticada. La experiencia en la que fuera, según nos definía su atento personal, una casa de “vida alegre” en el mítico barrio chino de los sesenta ha sido más que gratificante. Destacamos el despliegue de comodidad en sus dos zonas, sus preciosos objetos antiguos, su maravillosa cava de vinos y cava así como su exuberante vegetación. Adentrándonos por la cocina, accedimos al comedor, que ha sido unificado a la parte de la barra en su reciente refundación. En Cañete apuestan por un fino a la par que generoso tapeo. Tapeo del bueno, con productos de temporada importados de los puestos de la Boquería y de payeses amigos de la casa. Probamos el salteado de calamarcitos con alcachofas y pamplinas; las pipas de mar (o lo que viene a ser, una deliciosa fritura de camarones) y las alcachofas con berros y guisantes del Maresme con butifarra del Perol; el canelón de poularda rustida y bechamel de foie; su pescado del día recién llegado de la lonja y el secreto de cerdo ibérico con parmentier. Podríamos deciros que con la llegada de los postres – lingote de chocolate y pinono granaíno- llegamos al fin de aquella visita, pero la orgía no había hecho más que empezar…
Trato atento y familiar, productos de altísima calidad y un genial gusto trasgresor. No esperes más y adéntrate en Cañete. Sabemos que repetirás.
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