El D’A te hace sentir vivo. Un año más (van ocho, cómo pasa el tiempo frente a una pantalla), el Festival de Cine de Autor desmiente a quienes opinan que el oficio de espectador es, en esencia, pasivo. Porque te obliga a calcular la distancia desde el Zumzeig al Aribau o desde este a la Filmoteca; porque te ayuda a apreciar tus minutos (dado que es físicamente imposible asistir a todo lo que te gustaría); porque te permite presenciar realidades lejanas en el tiempo y el espacio; y, sobre todo, porque te permite conocer a otros seres aquejados de la enfermedad de la cinefilia, para la que solo hay una cura conocida: más cine.
Su programación, que arranca en la gala inaugural con Un hombre fiel (última pieza de ese hombre orquesta llamado Louis Garrel) y homenajea a Christophe Honoré, incluye (como viene siendo habitual) las obras recientes de los cineastas situados a la vanguardia del séptimo arte. Sirvan como ejemplo Rita Azevedo (¿qué filigrana habrá logrado esta vez en La portuguesa, escrita a partir de un relato de Robert Musil?), Carlos Reygadas (Nuestro tiempo promete un monumento a la decadencia matrimonial), Emir Baigazin (The River ha sido unánimemente aclamada como una obra de exquisitez formal pocas veces vista) o sus homólogos del Lejano Oriente: el antimusical metafísico-político del gran maestro filipino Lav Diaz (Season of the Devil), la radicalidad de Tsai Ming-liang con sus estudios de rostros en Your Face, los dos films chinos automáticamente considerados “de culto” (An Elephant Sitting Still y Long Day’s Journey into Night), la doble ración del incansable Hong Sang-soo o A Land Imagined, el thriller singapurés vencedor en Locarno.
Habrá sitio también para profundizar los temas más recurrentes del cine contemporáneo, tales como la llegada a la edad adulta, con su océano de contradicciones (Asako I&II, The Harvesters, Eighth Grade, Tarde para morir joven), los infiernos familiares en una sociedad cada vez más fragmentada (Deux fils, Alice T., Escapada, Happy New Year, Colin Burstead), así como panorámicas del statu quo desde el humanismo (De chaque instant), el cinismo (L’île au trésor) e incluso el absurdo (His Master’s Voice).
Y, por supuesto, cintas españolas, por las que el D’A ha apostado desde sus inicios: la prometedora docuficción de Carlos Marques-Marcet (Els dies que vindran, triunfadora en Málaga), la lírica reconstrucción del tiempo y el espacio firmada por Andrés Duque (Carelia, internacional con monumento), la tetralogía Quién lo impide, de Jonás Trueba, o el esperado cortometraje de Carla Simón (Después también), así como las otras muchas piezas breves que componen la sección Un impulso colectivo.
Pero lo mejor del D’A son sus espectadores. Esos que musitan disyuntivas programa en mano (“¿Fireflies o Butterflies? ¿Sophia Antipolis o Sueño Florianópolis? ¿Love Me Not o Touch Me Not?”), los que comentan sus entusiasmos, transidos por la humildad de quien se sabe incapaz de abarcarlo todo, pero también por la soberbia de quien confía en sus intuiciones. Los que, al acabar la jornada, intercambiarán impresiones como fotos de un viaje. Uno de esos viajes que nos vuelven más sabios, más lúcidos, más orgullosos de estar vivos.
Por: lecool-admin
Precios: 7,5€ entrada individual, abono 5 películas 30€
Hora: Del 25 de Abr. al 5 de May.
Lugar: Diferentes sitios, Consulta la programación