Ahora que escribía la reseña, se me enredaron los dedos y en vez de “eat” escribí “eta”, pero felizmente pude darme cuenta a tiempo y salvar a los presentes de un mal rato patrocinado por las fuerzas del absurdo… En todo caso, un festival como Eat Street (supongo que la rima con la amada “Beat Street” es adrede) es el antídoto perfecto para cualquier prejuicio que aún se pueda tener contra el arte callejero, que, como su nombre lo indica, incluye street food, además de los consabidos graffitis. ¿Y qué más puede traer, además de comida y cañas bien tiradas (una espumosa rareza en Barcelona) un festival como este? Pues un festival editorial. Sí, como lo lees, que en el Unlock Fair podrás enterarte de las últimas publicaciones sobre este género. Y a estas fuerzas, se une también el Open Walls Conference que, como su nombre también indica, va sobre reflexiones del arte urbano.
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