Verano de 1994. Faltan dos meses para empezar la universidad, Élodie es obligada por su madre a aceptar un trabajo como monitora de campamentos. De un día para otro y sin tener el más mínimo conocimiento sobre naturaleza, deportes al aire libre o actividades con niños, se encontrará acosada por un grupo de niñatas afectadas por los roles típicos de género, además de muy preparadas para atormentarla. Propio de edades que participan en estos eventos del verano.
Élodie, medio gótica y medio grunge, hace lo que puede, mientras se adapta y estrecha lazos con otra de las monitoras, sus sueños se van a ir viendo afectados por una extraña presencia, un misterio sobrenatural que sobrevuela el campamento. Se ve obligada a pedir ayuda a otra monitora para moderar la situación que, bajo el aparente aburrimiento, empiezan a torcerse debido a las circunstancias. La presencia del bosque y de todo lo que se puede ocultar por ahí, empieza a tomar importancia: una historia de minuciosas y notables conversaciones. Axelle nos muestra una parte de ella, de su pasado y de sus experiencias. El espíritu del bosque tiene unos diálogos azucarados, llenos de ternura y de humor que no renuncian al lenguaje de la calle, natural y cotidiano. Un cáustico y extravagante relato de sentimientos a ritmo de Sonic Youth, Nine Inch Nails y Nirvana.
Una obra que va más allá de las trazas que aparenta, que requiere de lectura atenta porque los detalles, tanto en la historia como en el dibujo, avisan de lo que hay más allá de los árboles.
Traducción: Inés Sánchez Mesonero
Editorial: La Cúpula
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