Victoria Ying, con experiencia en el campo de las películas de animación y la historieta, basa en parte la trama de este cómic en sus batallas con un trastorno alimenticio. Valerie Chun vive temerosa de adquirir peso por culpa del régimen estricto al que le somete su madre desde niña, hasta el punto de que vomita todo lo que come para no engordar. Una hermosa y desgarradora novela gráfica que analiza los desórdenes con la alimentación, la dinámica familiar y, en última instancia, un viaje hacia el amor propio. Valerie Chu es tranquila, estudiosa y, sobre todo, delgada. Nadie, ni siquiera su mejor amiga Jordan, sabe que ha estado atiborrándose y purgando durante años. Pero cuando ocurre la tragedia, Val se encuentra analizando detenidamente sus prioridades, sus elecciones y su cuerpo. El camino hacia la felicidad puede alejarla de su ciudad natal y de las proyecciones tóxicas de su madre, pero primero tendrá que encontrar la fuerza para buscar ayuda.

Esta autora consigue que una historia con un trasfondo tan duro y complicado de contar como es el de los TCA, trastornos relacionados con la auto percepción y la distorsión de la imagen corporal, no entre por los ojos de una manera dulce a modo de comedia romántica. El trazo de Ying es estudiado, ágil y certero y la narrativa hace que las 200 páginas se lean en un suspiro. La escasa gama de colores es adecuada y acompaña la línea simple pero plena de detalles de la pluma de Ying. Dependiendo de cómo nos toque de cerca el asunto tratado este cómic tendrá un impacto emocional mayor o menor en cada lector. El fantasma que alimento es espléndida, conmovedora. Acaricia temas difíciles y tabúes (bulimia, anorexia…) y se lee maravillosamente bien. Se trata de una mirada, elegantemente manejada, a la salud mental y los trastornos alimentarios.

Por: juancarlosportero

Precios: 22,50€

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