Según el libro El idiota gastronómico, de Iñaki Martínez de Albeniz, el autor defiende que la gastronomía debe observarse a sí misma con una mirada de “idiota”, es decir, con una subjetividad y capacidad de asombro que le permita calibrar su verdadero impacto más allá de los platos y la fama mediática. Martínez de Albeniz argumenta que la gastronomía debe trascender los prodigios culinarios y la notoriedad pública que ha adquirido en las últimas décadas. La gastronomía podrá estar a la altura de la complejidad del mundo que habita y afrontar los retos del futuro. El autor propone una “gastronomía ampliada” que observe el fenómeno gastronómico con una subjetividad “idiota”, es decir, con una mirada que le permita asombrarse y calibrar su verdadero impacto como fenómeno social y cultural. Según Martínez de Albeniz, solo desde ese tipo de subjetividad y capacidad de maravillarse ante lo que ve, tiene la gastronomía la posibilidad de evolucionar.
En este libro, una vez fermentado el término idiota, se le presenta a la gastronomía la oportunidad de estar a la altura del complejo mundo que habita y de los retos que deberá enfrentar en el futuro. La subjetividad desempeña un papel fundamental en la crítica gastronómica, ya que la percepción y disfrute de la comida dependen de múltiples factores subjetivos del comensal, como su estado de ánimo, expectativas, experiencias previas y preferencias personales. Aspectos como el ambiente, la presentación, los nombres de los platos y la atención del servicio influyen subjetivamente en la satisfacción del comensal, más allá de la calidad técnica de la comida. Los críticos deben reconocer que su evaluación está marcada por su propia subjetividad y preferencias personales, y evitar caer en tópicos, frases hechas o adjetivos exagerados.
En resumen, la subjetividad es inherente a la crítica gastronómica, por lo que los expertos recomiendan que los críticos la asuman y reflejen de manera transparente, manteniendo un lenguaje preciso y contextualizado. Iñaki se atreve a escribir de Mugaritz: es un micelio formado por micorrizas. Piensa, piensa. Buah, ¡qué gozadera!