La despedida de Mitte Barcelona es la enésima confirmación de que la energía nunca se destruye. Puede que la sala cierre, que perdamos un espacio donde contemplar arte reputado y emergente, o que echemos de menos sus inauguraciones y conciertos, un ejercicio social que con el tiempo se transformó en reunión de amigos. En cualquier caso, el esfuerzo realizado en estos cuatro años no desaparece, simplemente cambia de forma. Se transformará en recuerdos, en experiencia, en emociones, y quien dude de ello que acuda a la despedida organizada el 3 de septiembre, podrá hacerse una idea del buen rollo que imperó en las convocatorias de estos chicos. Entre todos entonaremos el “algo se muere en el alma cuando un amigo se va”, aunque, eso sí, con la seguridad de que estamos ante un hasta luego. Por eso mismo… ¡Larga vida a Mitte Barcelona!
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