La costa eslovena es el escenario de infinitas fiestas, raves y chills que siempre acaban en casa del protagonista. Consumo de drogas y alcohol en ingentes cantidades. Relaciones que se crean de noche y que uno piensa que no durarán. Y quizá sí. Esta novela del poeta, narrador y defensor de los derechos LGTBIQ+ Brane Mozetic, es, digámoslo así, una narrativa del exceso (creada hace más de 20 años, según sus declaraciones). Cuanto más se consume, más se quiere o necesita. La bestia está encendida en el pulso acelerado de una generación perdida, ajena completamente a lo que pasa a su alrededor. La sociedad no es más que el escenario para la farra.
“Lunes, 16 de marzo
DEPRESIÓN. De nuevo cuatro días seguidos de juerga y ahora completamente vacío. Reventado y vacío”
Hay, como en todo, preferencias (el éxtasis) y demonios (el caballo), pero lo importante en Historia perdida, editada por Baile del Sol, es ver cómo se entrelazan, se enredan las personas y sus actos en clave de cuidados y relaciones, más allá de sus estados alterados de conciencia. Mucho más allá. En esta novela el protagonista tiene una relación abierta con Tim y Arjun, un joven racializado, casi adolescente, se convierte en el amor platónico de nuestro relator. Ante el “no future” que destilan todos sus personajes se sube la apuesta: ellos abogan por el “no present”: un continuum en clave de ingesta de drogas, fiesta en las discotecas de las afueras y sentimientos desbordados por contextos o traiciones. Incluso en situaciones trágicas donde se presupondría que uno debe estar alerta, se da el consumo:
“Tomé una decisión. ‘Mantedría la sangre fría’, me dije a mí mismo, y me tomé una pastilla de éxtasis”
La historia se estructura a modo de diario a partir de un fajo de papeles encontrado en un aparcamiento de una discoteca de Izola (ciudad costera eslovena). Así comienza. Trepidante y dolorosa, bella en su destrucción.