El dúo Júlia reflexionaba en algunas entrevistas sobre lo difícil que es situar su música en un género concreto. Hay un cierto consenso en etiquetarla como dream pop, pero han construido algo tan especial que no termina de encajar. Que siga siendo así: su propuesta es original, arriesgada y capaz de enfrentar ideas en principio antagónicas.
El tercer LP de Júlia se llama Casa (2021, Hidden Track Records). Como todo lo que rodea al grupo, el título está más que estudiado: se trata de un regreso a los orígenes, pero aportando todo lo aprendido en los discos anteriores y en la colaboración con Clara Andrés en L’Eix Radical.
Casa es el fruto de una residencia artística de tres meses en la sede del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) de Alcoi. Estela Tormo y Lídia Vila han explorado las posibilidades de los sonidos analógicos para encontrar, incluso en sus canciones más electrónicas, la calidez de lo orgánico. El trabajo de experimentación y el juego de contrastes es uno de los ejes principales del disco, que ha contado con Adrià Sempere en la grabación y Carasueño en la producción y máster, ya presentes en Pròxima B (2017, Hidden Track Records).
Experimentación y pop, lo etéreo y lo directo, digital y analógico, guitarras y sintes, costumbrismo y ensoñación. Júlia logran el equilibrio a lo largo de estas nuevas 8 canciones, tanto en el sonido final como en las letras. Una de las claves de Casa es su apertura: Tradicional es una invitación a adentrarse en el LP, con un largo desarrollo que te obliga a dejarlo todo y simplemente escuchar. Cuando lo haces, es casi imposible no continuar, ensimismado, este viaje de regreso a la esencia.