Es difícil no haber visto a estas alturas “La vida de Adèle”, pero más difícil es aún no querer repetir. Porque si algo tiene esta película es que logra superar sus expectativas con creces, algo muy poco común en cine, especialmente cuando se trata de películas precedidas por tal borrachera mediática, de polémicas y chismorreos, como es el caso. Uno podía verla con ciertos recelos ante el hype que suponía una obra cuya anécdota más trascendente era a priori una escena de sexo lésbico de diez minutos. Sin embargo, después de verla, la conclusión es que (1) la escena no es en absoluto pornográfica, más bien está cargada de belleza y ternura, y (2) el sexo y su condición lésbica no son tan relevantes en la película como los sentimientos y a evolución de la protagonista, Adèle, que resulta ser mucho más que una cara bonita. Así que, si todavía no la has visto, tienes una ocasión de oro para hacerlo de lujo en la Sala Montjuïc. Y, si lo has hecho, estamos seguros de que no te importará repetir… ¿a que no?