Después de 3 meses de bug en nuestro hardware colectivo, por fin lo hemos conseguido. Como quien pulsa la mágica combinación Ctrl+Alt+Supr: empieza la reanudación.

El desconfinamiento llega de la mano del verano y, con él, el calor que se ha instalado en nuestras casas recordándonos un motivo más por el cual somos animales de exterior. Ahora más que nunca, tenemos la necesidad vital de estar fuera y mirar el cielo azul a través de los cristales de nuestras gafas de sol y no de nuestras ventanas. Después de tantos días encerrados, añorábamos todas esas pequeñas cosas del día a día que la rutina nos llevo a desvalorizar por tenerlas demasiado asumidas, pero que ahora disfrutamos como cada sorbo de un helado. Eso sí: sin prisa pero sin pausa. No vaya a ser que el helado se derrita antes de acabarlo.

Y así vamos repensando nuestra to do list con otra mirada, la que sabe que el valor de las acciones del presente se ha disparado en la Bolsa de la vida. La típica lista de “cosas por hacer antes de morir” se ha convertido en una de “cosas por hacer antes de volver a estar confinada”. Quiero ponerme las sandalias de verano. Estrenar ropa. Pasear por el barrio sin mirar la hora. Sacar fotos. Ir a ver una exposición. Tomar un helado. Ir a cenar en nuestra pizzería favorita. Comprar entradas de conciertos, da igual para cuándo. Desayunar en el bar de la esquina de casa. Bañarme en el mar. Escaparme el fin de semana.

Pero en esta lista no puede faltar lo que hemos aprendido a disfrutar estos meses tan especiales. Como dejar el coche en el parking. Andar. Leer. Ver series antiguas. Consumir local. Observar el paisaje. Disfrutar, sin hacer nada especial. Hemos aprendido a dejar las horas pasar, y a darle un nuevo valor a lo que era tangible pero infravalorado.

Hoy estamos de nuevo fuera y con ganas de celebrar. Celebrar la libertad, la salud, el verano, la noche más corta del año. Y frente a tantas ganas de avanzar, solo nos queda esperar que el reinicio a marchas forzadas no haya borrado toda la memoria reciente de nuestro disco duro. Porque si no, la libertad del reinicio nos durará dos telediarios.

Aquí y ahora se acaba nuestro diario del confinamiento. Si el sol en el horizonte nos escucha, esperamos no tener que volver a retomarlo.

//By Andrés Aguilar & Astrid Jacomme

Por: Astrid Jacomme

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