Llorona
‘Soy de los que cantan en la tormenta’, decía Rimbaud. Pocas razones más fuertes y verdaderas para abrir la boca y llevar al límite el diafragma, que el sufrimiento y la tempestad interiores. Si las lágrimas son el caldo que hace germinar el mundo, una mujer desgarrándose en el escenario podría ser la máxima expresión de la pasión y la rotura humanas. Llorona es el proyecto personal de Mariola Membrives, un crisol de palos donde la compositora busca una piel para encontrarse con el ‘quejío’ del flamenco, dejándose arrastrar por el folklore latinoamericano, y a ráfagas con el jazz. La acompaña el contrabajista Masa Kamaguchi, músico exquisito y temperamental, rabia precisa y contenida en la articulación del discurso, pupilo de Joe Hunt y a la postre prestigioso artista curtido en mil escenarios de renombre. Llorona es un homenaje al dolor, dolor de las transiciones, de las pérdidas que suponen los estadios nuevos, que canta y transforma, que se duele y celebra girando en torno a las búsquedas y a los duelos. Un repertorio rico y libre donde se mezclan canto de ordeño venezolano y taranta o canto de ara, con versiones de Amalia Rodrigues o Spinetta, así como composiciones propias o clásicos del repertorio español como ‘La milonga de la hija de Juan Simón’.
Mariola Membrives, cantante y actriz, afincada en Barcelona, graduada en la Escola Superior de Música de Catalunya, (Esmuc, Barcelona, 2013) ha recibido el Título superior de la especialidad de cante flamenco. Ha sido becada a la excelencia por la fundación Anna Riera, y por la AIE y obtenido formación en el ámbito de jazz y contemporáneo. Más allá de premios, academicismos, nombres en negrita, condecoraciones y reconocimientos, es el viento que se desprende de esta música dolorosa y alegre. La alegría del dolor que pasa y hace brillar la piel y el alma curtida, lo que llama mi atención y me empuja a subrayar estas líneas. Es el dolor, y la parte difícil de las cosas, lo que hace brotar desde dentro ese lamento musical, el magma donde germina la flor perfecta del arte desnudo y sin artificios. Tan perfecta y sencilla como una canción simple y folklórica, tanto como una composición emocionante, dolorosa y bella como las que defienden Mariola Membrives y Masa Kamaguchi en ‘Llorona’.
