Ay, las atmósferas malsanas. Ay, David Cronenberg. Después de una película suya, ni un maratón de “My Little Pony” puede salvarnos. Le adoran y le rehúyen, según qué estómago. Desde la pesadilla ochentera de La Mosca, convertida en toda una peli de culto, pasando por el WTF de Crash, hasta la escalofriante Promesas del Este, ya sabemos de qué va su cine. Pero qué veneno, qué regodeo en lo enfermizo consigue ser Maps to the stars. Será por la conjunción de lo malsano con la comedia, será porque uno no sabe cuál personaje resulta más desalmado y espeluznante -si la chica desfigurada de Mia Wasikowska, si la actriz decadente de Julianne Moore, si el gélido escritor de autoayuda de John Cusack o la enojosa celebridad de 13 años de Evan Bird-, será porque la trama les va conectando a todos de la manera más desconcertante, el caso es que aquí el resultado es especialmente diabólico. Algo así como el reverso macabro de Birdman, pero sin Oscar ni ánimo de Oscar, o lo que es lo mismo decir: mucho más interesante.
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