La poesía no habla por sí sola. Al menos no en este caso. En un slam poético tenemos 50% de palabra, y el otro 50% es la interpretación de su autor. Su voz es la que le dicta los versos; su cuerpo es el origen que los provoca; sus manos, las que han tecleado las miles de palabras con las que describe su mundo interno. Por eso es tan interesante un evento que, además de combinar literatura en spoken word, es un combate cuerpo a cuerpo y verso a verso. En el slam, la poesía adquiere el cuerpo del poeta y la palabra son sus puños. Para cerrar el año, los slammers han preparado una sesión con el CCCB como escenario y cuadrilátero. Preparaos, porque en el momento más inesperado, un escritor os puede pegar un gancho al oído izquierdo y dejaos sobre la lona por un knockout en verso.