Sorprende y fascina que un fenómeno meteorológico como el arco iris siga dando tanto juego metafórico en una época en la que las idolatrías celestes suelen confundirse con tornillos perdidos y otras demencias. De sus muchas interpretaciones, Miguel Leal se queda con la naturaleza efímera de este efecto óptico y su rol diferenciador entre la tormenta y la calma. Y que estas emociones queden plasmadas en la retorcida belleza de “The rainbow is gone”, la exposición presentada en la Galería Artevistas, indica que sus retratados, y posteriormente intervenidos, protagonistas viven en el ojo del huracán, ese momento plácido antes de verse azotados por nuevas adversidades. Avatares surrealistas, belleza a través de la deformación, esencia mínima, técnica múltiple y la extravagancia al servicio de la ironía, una gama emocional siempre recomendable.