La ambición es una fuerza que tira de nosotros haciendo que nos saltemos fácilmente los códigos del compromiso social. Christian (Claes Bang) es el programador de un prestigioso museo en Suecia. Gasta maneras impecables y ensaya sus discursos hasta que resultan casuales. Es el emprendedor exitoso, separado y rutinario, que viste el patetismo de la presta sonrisa comprensiva y que, tras un accidente fortuito, recupera la chispa de la vida mediante la venganza. La próxima instalación de su museo, The Square, es un cuadrado de unos 4m2 en el que la gente ha de tratarse con solidaridad. Ha de ser un éxito y quieren hacer una gran promoción en las redes. Pero a Christian le han robado en plena calle y la decisión de tomar la justicia por su mano desencadena un cúmulo de acontecimientos que pondrá en peligro su figura pública.
Ruben Östlund ha cambiado sus paisajes nevados por la fría descontextualización del museo. Como una serie de obras en una exposición, Östlund estructura sus sarcásticas y largas secuencias bajo la provocación constante y el abrupto cambio tonal. A la vez despliega subtramas que se aúnan en la crítica hacia el egoísmo y el desprecio al prójimo, explicitadas moralmente en los últimos momentos de la cinta.
Sus personajes se mueven en la esfera de la alta cultura, donde los problemas cotidianos no existen y la excepción es la regla. Este jaujismo nos regala momentos como una rave que acaba en visita a los palacios de la monarquía, un mono dibujante, un video gore sobre una niña, las hijas cheerleaders de Christian, el estrambótico robo que desencadena la trama principal… Otro fantástico evento en la baraja del museo es la performance encarnada por un artista que ha estado aislado de la sociedad. Este enfant sauvage pone en peligro la seguridad de la burguesía sueca durante una cena de alto postín. Las convenciones no saben defenderse ante el brutal instinto animal; las palabras sofisticadas no entablan diálogo con los ensordecedores gritos de la jungla y finalmente será el miedo quien se cobra una inmerecida y violenta venganza.
Durante 144 minutos estaremos expuestos ante un rectángulo repleto de insolidaridad, pero también de buenas decisiones lingüísticas y humor ácido. Si aguantamos en su interior y nos convertimos en humanos más benévolos, Östlund habrá alcanzado buena parte de su cometido. Si durante alguna de sus proezas críticas aprovechamos para abandonarlo podemos estar seguros que, al menos, habrá servido para reforzar nuestra posición.
Por: JD Alcázar
Precios: Entre 6,5€ y 9€
Hora: Consultar horarios
Lugar: Renoir Floridablanca, c/ Floridablanca, 135