Twin Peaks: Lynch Camina Conmigo
La vi tarde, tengo que aceptarlo. Cuando todo el mundo ya sabía quién había matado a Laura Palmer. Pero me enganché igual. Me provocaron escalofríos esas escenas donde un Bob de gestos perturbadores se acerca decididamente a la cámara, a su víctima, al espectador. Me dejé seducir por el encanto de Audrey. Me reí con nerviosismo de los bailes de Leland y del enano de rojo. Con gusto, de Lucy y Andy. Y, tengo que decirlo, odié a Jocelyn Packard y su cara de santo viejo. Twin Peaks es una obligación para los amantes del audiovisual y, sobre todo, para quienes el mundo retorcido e incomprensible del director David Lynch es un puzzle de piezas infinitas a resolver. Con motivo de esta fascinación, la traductora literaria Noemí Risco, en colaboración con Pequod Llibres, ha organizado un encuentro titulado “Lynch camina conmigo” en un café del barrio de Gracía que, además de bar, es un punto de reunión para los apasionados de la literatura. Además de café, por favor, en honor al magnífico agente Cooper, pidan tarta. Si es de cerezas, qué mejor.
