En los años 70, un grupo de comediantes británicos dieron un triple salto de la pequeña a la gran pantalla y no necesitaron más que un par de películas desternillantes para elevar el cachondeo a un estatus sublime. Con una buena dosis de chistes brillantes y temáticas irreverentes, una agudeza sin precedentes para la sátira y esta estética deliciosamente cutre que es marca de la casa, los Monty Python hicieron historia.
Este viernes la sala Phenomena proyecta su clásico La vida de Brian, que cuenta la historia de un judío idealista, dominado por su grotesca madre, y que desde su nacimiento, en una gruta cercana a la de Cristo, es continuamente confundido con el Salvador. La visita equivocada de los tres Reyes Magos, los diálogos hilarantes de Brian con su madre (“¿Quieres decir que fuiste violada?”, “Bueno, al principio, sí”), el gestor de crucifixiones majete y el coro de crucificados cantando “Always look on the bright side of life” en los créditos finales son sólo algunos de los gags memorables de este hito de la comedia cinematográfica. Nunca la veremos suficientes veces.
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