Siempre está bien recordar temperaturas tropicales, tonos pausados y, por qué no, ver historias épicas que suceden en alguna pequeña aldea costera de Brasil. En ella el mes de agosto traerá mareas altas y la llegada de un investigador, el hombre que escucha y graba el sonido de los fuertes vientos alisios. La cinta de Gabriel Mascaró (1983), forjado en el documental, viene marcada por un cuidado excelente de la fotografía y del diseño de sonido, y por la historia de dos jóvenes enamorados del pueblo, Shirley y Jeison, justo en ese mes en el que la sonoridad de los vientos podría asemejarse a dos cuerpos como los suyos. Reflexiones sobre la muerte, la vida y la superación son algunos de los ingredientes de este film procedente de un nuevo cine latinoamericano multipremiado y emergente. Toma vida con actores no profesionales, y la correspondiente frescura intrínseca que dan tan solo 3 semanas de rodaje, en un lugar del mundo en donde sus habitantes subsisten de la pesca y de la plantación cocotera. Un presupuesto humilde puede ser y es como éste premio del Jurado en Venecia. La puedes ver en ZumZeig Cinema esta semana.
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