Canciones de amor a quemarropa, de Nicholas Butler

Pese a haber crecido juntos en un pequeño pueblo de Wisconsin llamado Little Wing y a haber compartido sueños, borracheras y resacas (cosas que siempre unen mucho), los protagonistas de esta novela llevan vidas muy diferentes. Henry se ha casado con Beth, su novia de toda la vida, y ha continuado con el negocio familiar: la granja. Lee es una estrella del rock internacional al que le sobran el dinero, las mujeres y la fama (literalmente, le sobran). Ronny es un vaquero de rodeo y Kit se ha convertido en un broker de éxito en Chicago. Canciones de amor a quemarropa da comienzo cuando, ya pasados los años de juventud en los que eran un grupo de amigos genuino, se reúnen de nuevo en Little Wing. Lee está cansado de lo vacío que le hacen sentir las giras y decide volver al hogar. Kit regresa casado para intentar restaurar una vieja nave y hacer de ello un negocio y Ronnie, tras un accidente, no ha podido retomar su vida de cowboy y se ha visto obligado a quedarse allí. Cada capítulo tiene un narrador diferente –uno de los protagonistas– y, gracias a ello, podemos acceder a las distintas perspectivas de la historia que escriben juntos; nos sorprenderemos muchas veces al ver que no hace falta mentir para que falte parte de la verdad. Un solo testimonio habría dejado coja esta historia de amor y amistad pero Nicholas Butler consigue que, con el uso de diferentes voces (con personalidades y maneras de expresarse propias), no haya repeticiones y la narración fluya como una carrera de relevos. Canciones de amor a quemarropa es una novela preciosa sobre temas muy humanos que no aparecen en la literatura tanto como deberían: la amistad entre hombres, las fantasías reales de una mujer felizmente casada (nada de ‘porno para mamás’), la frustración de aquellos que son considerados ‘el tonto del pueblo’ y, sobre todo, la búsqueda incansable de la felicidad.

Libros del Asteroide, 2014