Todos hemos jugado con la idea de tener un restaurante. Nos acompaña una satisfacción primitiva por alimentar a los demás, hasta que la realidad ataca con los “¡Qué dura la hostelería!”, “Vaya esclavitud” y la cara del dueño del bar de la esquina, al que solo vas a por tabaco. El sueño se esfuma inmediatamente. Ir a la Orquídea, sin embargo, le vuelve a dar chispa a la idea. En todo el tiempo que llevo engullendo compulsivamente sus cachapas, nunca he visto a Karen y Christian dejar de sonreír. Creo, también, que ninguna de las veces que nos ha acompañado nuestra perrita se ha marchado sin un pequeño premio gastronómico de su parte. Imposible no ser fans. Desde hace 5 años esta pareja venezolana-italiana dirige en el Poblenou esta operación de felicidad gastronómica y, aunque cada día hay más y mejores restaurantes venezolanos en Barcelona y la arepa se populariza rápidamente, La Orquídea es uno de los pocos lugares que ofrece platos típicos completos, como el pabellón (una combinación de frijoles negros, arroz, plátano macho y carne mechada) o el Asado Negro (carne asada en reducción de azúcar de caña). También sirven una de las tapas esenciales de la cocina venezolana: los tequeños, unos deditos de queso latino envueltos en harina de trigo y fritos. Complementan su carta con opciones mexicanas, una combinación que funciona muy bien sobre todo en reuniones de grupos. Definitivamente, un lugar para probar sabores auténticos y darle combustible a la imaginación para que no se dejen de abrir buenos restaurantes.
