Las ostras no dejan indiferente a nadie, o las amas o las detestas. Confiando que si has llegado hasta aquí es porque eres amigo de las ostras, te alegrará visitar L’Ostreria Clandestina. Una antigua pescadería de la parte alta de Balmes, transformada en dispensador de ostras, otros crustáceos y vermuts. El local es chiquitito, solo unos taburetes y la antigua barra de la pescadería llena de hielo donde reposan ostras gallegas, gambas saladas, percebes y otras delicias. Todo listo para pedir y comer. Para no complicar la cosa, un sólo camarero, salao como él solo, te abre las ostras y te sirve el vinito, cava o vermut que le pidas. En la calle tiene dos botas de vino para tomarte algo al sol, así que los fines de semana se convierte en local ideal para el vermuteo. Como tantos otros grandes lugares, L’Ostreria se basa en producto muy fresco y en un concepto simple y sencillo. El resultado no podría ser más atractivo. Si eres de los que te pierde el marisco y estás por la zona, dale una oportunidad a su combo de tres ostras y una copa de cava por 10€, no te arrepentirás.
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