Durante mucho tiempo, ha sido casi imposible encontrar una carbonara decente en esta ciudad. Una receta que Barcelona ha sabido maltratar activamente durante años, empieza a encontrar su sitio en el corazón de algunos restaurantes. Uno de los últimos en mimar este modesto icono de la cocina italiana más humilde (pasta, yema de huevo, pecorino y guanciale) es el nuevo Maggiorata de Enric Granados. Saliéndose un poco de los estereotipos más desgastados, este italiano de nueva escuela ofrece una carta corta de clásicos de toda la vida de la cocina transalpina.
Empezamos con unas deliciosas polpette (albóndigas) con tomate, un vitello tonnato (¿nuevo hype foodie 2024?) disruptivo, inspirado sin complejos en el carpaccio del Bar Lombo de la zona alta, una parmigiana más que correcta y un poco de focaccia. Los segundos se basaron en pastas: spaghetti vongole, paccheri all’arrabbiata y una canónica carbonara que cumple con las expectativas más severas. Jugosa, profunda, intensa. Una carbonara que nada tiene que envidiarle a grandes carbonaras como las del Benzina o del Lombo. Un plato que por sí solo ya merece la reserva en la Maggiorata. Nos dejamos para la siguiente visita la milanesa con huevo poche (¿De inspiración Fismuler-iana, a lo mejor?) y la pasta cacio e pepe, pero salimos de la primera cena realmente satisfechos. Clientela guapa, buen servicio, precios más que contenidos y sus greatest hits de la cocina italiana harán que la Maggiorata se cuele en la lista de tus nuevos restaurantes favoritos de la temporada.